| Nutrir  las plantas 
 
En  agricultura ecológica se da más importancia a nutrir la tierra que a alimentar  las plantas cultivadas. Las plantas no disponen de un sistema digestivo como estómago  o intestinos y tal función se realiza en el suelo donde crecen mediante la fabulosa  labor de las bacterias, los hongos, las lombrices y el resto de microorganismos  que habitan en cada gramo de tierra. Naturalmente, todos estos organismos vivos  precisan ser alimentados y de ello se encarga el compost y toda la materia orgánica  en descomposición presente en la tierra.  |  | 
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Por  ello deberemos incorporar con regularidad materia orgánica previamente descompuesta  (compost, estiércol, restos orgánicos, etc.). Aunque podemos conseguir compost  y abonos orgánicos en el comercio, resulta muy interesante su elaboración a partir  de los restos orgánicos domésticos; para ello podemos fabricarnos un sencillo  compostero o adquirir alguno de los comercializados para tales fines.  
Las  necesidades de abonado varían de una planta a otra y tenemos plantas, como las  patatas, los tomates o las alcachofas, que requieren grandes cantidades de materia  orgánica a medio descomponer, y, en el otro extremo, tenemos las zanahorias o  las judías, que sólo toleran la materia orgánica muy descompuesta -compost muy  fermentado-. Con una buena rotación de cultivos en los bancales o los maceteros  conseguiremos aprovechar al máximo la materia orgánica aportada, ya que, por ejemplo,  tras el cultivo de tomates, que hemos abonado con gran cantidad de compost (de  4 a 10 Kg por m2), podemos cultivar lechugas sin añadir más compost y, al cosechar  las lechugas, podemos sembrar zanahorias o guisantes (cualquier leguminosa), que  aprovecharán al máximo los remanentes de materia orgánica. Cuando cosechemos,  podemos añadir de nuevo compost y empezar el nuevo ciclo con otras plantas exigentes:  calabacines, pimientos, berenjenas, etc. 
| Agua 
 
El  riego preocupa a muchos horticultores que ven como sus cultivos sufren y crecen  mal por exceso de riego o por falta de agua. El exceso crea problemas de podredumbres  y hongos parásitos y las carencias hídricas suponen una merma en el desarrollo  vegetal y torna las plantas duras y con tendencia a espigarse o montar en flor.
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La  experiencia nos lleva a aconsejar un sistema de riego localizado (tubos de goteo  con los goteros intercalados cada 30 o 40 cm o mangueras de exudación) y un sencillo  programador de riego (de venta en tiendas de jardinería) que nos permite conectar  el sistema a un grifo y que las plantas se rieguen quince minutos cada día o media  hora cada dos días. Este  sistema tiene la ventaja adicional de que nos permite ausentarnos durante largos  períodos sin que por ello sucumban nuestros cultivos por falta de riego. 
El  diseño y la planificación  
Diseñar  el huerto es lo primero que debemos plantearnos, pues conviene realizar una buena  distribución de los espacios disponibles a fin de aprovecharlos al máximo y conseguir  los mejores resultados con el mínimo esfuerzo. 
Tan  importante como el correcto diseño es el planificar los cultivos que deseamos  realizar en el huerto; para ello será necesario que reflexionemos a fondo sobre  nuestros gustos culinarios y las necesidades de consumo cotidiano. No tiene mucho  sentido plantar veinte coles porque nos regalaron las plantitas si no solemos  comer col más que ocasionalmente.  
En cambio,  si todos los días comemos ensalada de lechuga, convendrá ir sembrando y plantando  con regularidad -cada quince días o una vez al mes plantaremos unas quince o veinte  lechugas-; con ello tendremos un cultivo escalonado a lo largo de los meses y  nunca faltarán en la mesa. Con tres o cuatro matas de calabacín bastará para el  consumo familiar, con más de diez matas nos veremos obligados a regalar kilos  y kilos de calabacines.   
También  hay cultivos complicados, como el de los melones o las sandías, que vale la pena  dejar para cuando tengamos más experiencia o sólo si realmente nos sobra sitio,  pues ocupan mucho espacio para los tres o cuatro melones que puede dar cada mata.  
Una buena  planificación requiere conocer los ciclos de cultivo de cada planta o variedad  y saber más o menos el tiempo que ocupará el terreno, ya que éste varía desde  un mes, desde la siembra a la cosecha, en los humildes rabanitos, a los tres a  cinco meses -incluso más- que ocupan el bancal unas zanahorias. Sin olvidarnos  de que, para mantener la salud y fertilidad de nuestro huerto, sería interesante  respetar las rotaciones de cultivos y no repetir en una determinada parcela una  misma familia de plantas varios años seguidos, pues se especializan ciertos parásitos  que a la larga podrían causar serios problemas; lo ideal es respetar rotaciones  de cuatro años, como mínimo.   
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Qué interesante. Sobre esto quiero decir un par de cosas. Al inicio de la tarea Juan insistía en tratar de instalar riego por goteo, en Villeriche lo podemos hacer al tener la fuente al lado. Pero yo he ido quitándole la idea pensando que Miguel padre regaba a mano, cosa que no sé pero a mí me lo parecía. Creo que había que repensarlo. Dejo la pregunta para que mañana lo hablemos...
ResponderEliminarY la otra cosa que se me olvidaba. El año pasado compramos un bidón metálico para quemar los rastrojos, que nos parecía lo más seguro y creíamos que era fácil. Tras que hubimos perdido todo el bello facial y de los brazos, nos hubimos escaldado y arriñonado pensamos que no era tan buena idea, y lo tenemos sin usar. Creo que la compostera metálica la podríamos hacer en este contenedor... aquí lo dejo.
ResponderEliminarMikel, tenéis compostera?
...resérvalo y pensamos como hacemos lo del compostero...
ResponderEliminarQué bien todo los comentarios amiga...lo vamos a pasar teta...